El 30 de agosto se honrará en Santa Rosa a la primera Santa de América

Departamentales22 de agosto de 2022 Por Diario Diez M
Conoce la historia de Santa Rosa de Lima, la primera santa nativa del continente latinoamericano.
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Imagen Ilustrativa

Este 30 de agosto, como todos los años, se celebra Santa Rosa de Lima, la primera santa nativa del continente latinoamericano. Como siempre, el departamento mendocino de Santa Rosa, tendrá su día de fiesta en homenaje de su santa patrona, festejo que regresa después de las restricciones por la pandemia.

Además de otras tradiciones como la procesión y el desfile, en Santa Rosa se mantiene vigente la costumbre de cortarse el cabello ese día. Incluso la intendenta Flor Destéfanis reconoció que sigue ese ritual.

La tradición dispone que hay que cortarse el cabello el 30 de agosto, para que crezca sano y fuerte. El rito completo ordena que ese mechón debe enterrarse junto a un rosal, para que el efecto quede asegurado.

Esta creencia surge por una acción que realizó la propia Santa Rosa de Lima, cuando aún era Isabel Flores de Oliva, una limeña devota pero aún laica.

Debido a que era admirada por su belleza y llamaba la atención de los hombres de la época, Rosa cortó su cabello y se echó pimienta a la cara para opacar sus atributos.

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Así rechazó a todos sus pretendientes, a pesar de que sus amigos y familiares le recomendaban aceptar a alguno. En cambio, Rosa pasaba varias horas rezando y recibiendo a diario en Santo Sacramento, práctica que en este tiempo era poco común.

Pero este dato es apenas anecdótico, comparado con la rica historia de la vida de esta santa dominica.

Isabel Flores de Oliva nació en Lima, el 20 de abril de 1586 e iba a ser la primera santa católica nacida en América, canonizada por el papa Clemente X en 1671. Si bien la limeña había fallecido en la misma Lima el 24 de agosto de 1617, se decidió elegir su celebración el 30 de agosto, ya que ese día no había otro santo a quien conmemorar y Santa Rosa podría recibir toda la atención.

Antes de ser canonizada por el vaticano, ya había sido proclamada excelsa patrona de Lima, en 1669, y del Nuevo Mundo y las Filipinas, en 1670.

Hija de un español y de una hilandera y costurera indígena, fue la cuarta hija de doce hermanos.

A los tres meses de edad, una criada afirmó haber visto su rostro transformarse en una rosa, y desde entonces era llamada Rosa por su madre, nombre que también le fue dado en su confirmación.

Siendo aún niña y por voluntad propia empezó a ayunar tres veces por semana y a realizar severas penitencias en secreto. Su compañero de juegos fue su hermano Hernando, quien siempre la apoyó y ayudó.

Siendo una joven, debido a problemas económicos de su familia, trabajaba el día entero en el huerto de su casa y bordaba para diferentes familias de la ciudad, ayudando al sostenimiento de su hogar.

Además tenía una fuerte preocupación por las condiciones de extrema pobreza y maltrato en la que vivían los nativos que estaban en Lima.

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Rosa decía: “Si los cristianos están obligados a predicar amor por todas partes, ¿por qué llegaron a América con guerras, destrucción y odio? ¿Por qué deben sufrir tanto?”.

Ingresó después a la Tercera Orden de Santo Domingo a imitación de su admirada santa Catalina de Siena, pese a que su padre se lo prohibió.

Se recluyó en una ermita que ella misma construyó, con ayuda de su hermano Hernando, en un extremo del huerto de su casa. Solo salía para visitar el templo de Nuestra Señora del Rosario y atender las necesidades espirituales de los nativos y los negros de la ciudad. También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa buscando ayuda y atención, creando una especie de enfermería en su casa.

Se permitía dormir solo dos horas al día, de tal forma que pudiera dedicar más tiempo a la oración.

Rosa murió muy joven, de tuberculosis, a los 31 años, y fue venerada espontáneamente por el pueblo peruano, especialmente por los nativos y los esclavos.

Su figura, junto a la de San Martín de Porres, otro dominico limeñio, son dos de las figuras santas más queridas de América.

La orden de los dominicos sigue teniendo una fuerte presencia en el continente y en la Argentina.

Este año falleció uno de los frailes más queridos y admirados de la Orden en la Argentina: Fray Miguel Cardozo.

El fray Miguel dedicó toda su vida a trabajar especialmente con jóvenes laicos, impulsándolos a tener un fuerte compromiso social y buscar participación en la vida de sus comunidades.

“Hay algo que no nos podemos permitir: No aprovechar los dones que cada uno tiene”, decía Miguel insistentemente, sosteniendo que cada uno tiene alguna capacidad especial que debe aprovechar. Sostenía que eso hace feliz al individuo, pero también aporta a la felicidad de la comunidad.

Este 30 de agosto, como siempre en Santa Rosa, se celebrarán los dones de Santa Rosa de Lima, que seguramente potenciará los dones de cada uno que la recuerde.

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