Noralí Hornz (36) pasó de ser una empleada judicial más a ser conocida en el Este provincial por cometer múltiples estafas en perjuicio de sus propios colegas. La mujer de 36 años le puso punto final a la investigación en su contra al firmar un juicio abreviado donde fue condenada a una pena de prisión en suspenso, por lo que quedó en libertad.

Esta semana, el juez Gabriel Bragagnolo condenó a Noralí Hornz a una pena de 3 años de prisión en forma condicional. Esto quiere decir que continuará libre y deberá cumplir ciertas normas de conducta para no regresar a la cárcel. La mujer fue condenada por un total de 37 expedientes que estuvieron calificados como estafas, falsificación de documento público y de instrumento privado.

Con este juicio abreviado, al que se llegó gracias a un acuerdo entre el fiscal del Este provincial Gustavo Jadur y la defensa de la estafadora, se le puso punto final al escandaloso hecho que trascendió a mediados de 2021.

El modus operandi de las estafas
La investigación reconstruyó que Noralí Hornz cometió 37 estafas entre mayo de 2020 y marzo de 2021, cuando se destapó el caso, por un total que superó los 3 millones de pesos. El mecanismo que utilizó la entonces empleada del Ministerio Público Fiscal era siempre el mismo: obtener documentos personales de las víctimas -DNI, bono de sueldo, etcétera- y utilizarlos para solicitar préstamos en financieras privadas.

La mayoría de los damnificados fueron colegas que trabajaron con la abogada en las distintas reparticiones, como las unidades fiscales de Rivadavia, Correccional y Violencia de Género. La coartada de la embaucadora era que necesitaba que sus compañeros contesten una encuesta para su tesis doctoral y que le saquen fotocopia a su documento personal para validar su identidad.

Otras de las víctimas fueron médicos que atendían a Noralí Hornz, a quienes les pidió sus datos ya que su tesis se iba a tratar sobre "enfermedades en la cárcel". Incluso a una de ellas la conocía desde hacía más de 20 años. En tanto que a una empleada de un local de ropas al que asistía asiduamente logró sacarle su documentación personal tras chapear con su puesto en la Justicia y prometerle un puesto en el Poder Judicial.

Por otro lado, dos de las víctimas en las causas fueron de su círculo íntimo: su pareja -con la que convivía- y el suegro, según comentaron fuentes judiciales.

Una vez que tenía los papeles de las víctimas en sus manos, y que falsificaba en caso de ser necesario, se presentaba en distintas entidades privadas para solicitar créditos a sus nombres. Generalmente lo hacía en la sucursal de Crédito Mágico en Rivadavia o en la Caja Forense.

Incluso en este último lugar también estafó a una de las empleadas que había ganado su confianza ya que mes a mes se presentaba para pagar la cuota de los préstamos.

Y aquí surgió un punto gris en la causa. Más allá de las falsificaciones y estafas que cometió, en su gran mayoría la abogada pagó mensualmente las cuotas de los créditos que solicitó. Algunos investigadores especulan que utilizó el dinero para hacerlo girar en el mercado negro de préstamos y así obtener mayores ganancias que superaban el interés que le cobraban las financieras privadas. Fuente: Diario UNO.